No puedo creer hasta este momento que semejante frase resaltara tanto, "Que extraño es aquello los hombres llaman placer", y lo es mas el amor y el deseo, ligados a ellos mismos, el goce, la necesidad, la falta que busca ser llenada y que se encuentra a si misma en una de estas, el punto donde aquello que el dolor y el placer se encuentran a si mismo en la convergencia de los contrarios, la convergencia de mi yo y su yo, donde nuestras dos individuales convergen en una y devienen a eso que se autoploclama y se reconoce a si mismo como amor.
Pero en el carácter propio en, lo único para nosotros y con nosotros mismo, el placer se consagra a si mismo en nuestros deseos, mas bien en la plenitud de la posesión, o al menos así lo aparenta, en el punto que estamos completamente satisfechos como para no preocuparnos por nada mas que en algún momento se hallan buscado y que ya no sea necesario hacerlo por lo ya dicho, pero, también aparece otro momento de placer en el que no parecemos poseer nada, en el que todo se acaba y lamente se abandona a si misma por el simple hecho del alejamiento aparente de todo, en que parece que todo se abarca y no se necesita nada mas que en ese único momento de dicha pura, donde la falta se cuestiona a si misma volviéndose todo y logrando que se pueda concebir así, mas no, igual no se podrá lograr la separación de la concentración de esto, el sentimiento y la expresión pura del placer humano, podrán conciliarse como el eco puro del alejamiento de los pensamientos del alma, cuerpo puro, desenfrenado placer a los sentidos sensatos de los hombres.
sábado, 21 de septiembre de 2013
Que extraño es aquello que los hombres llaman placer
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